El crecimiento desigual de la conectividad
Durante los últimos veinte años, al igual que en otras regiones del mundo, América Latina ha atravesado por un crecimiento acelerado de la adopción de tecnologías de la información y la comunicación (TIC). En 2012, 4.3 de cada 10 habitantes de la región latinoamericana eran usuarios de internet, para 2020 la cifra aumentó a 7.4 (Banco Mundial, 2022). Sin embargo, este fenómeno está atravesado por las características estructurales de la región, lo que resulta en una adopción desigual. Si bien esta desigualdad puede observarse entre países (por ejemplo, en 2020 Uruguay contó con 105.3 suscripciones de banda ancha móvil por cada 100 habitantes, mientras que El Salvador apenas tuvo 52.7), a continuación vamos a poner la mirada solo en aquella desigualdad que existe entre grupos poblacionales, en particular, los grupos por ingreso.
Para dar cuenta de este fenómeno, podemos hacer uso del análisis por quintiles, propuesto más abajo en nuestra primera gráfica. Dividimos a la población total de un país en cinco grupos (quintiles), y cada uno de esos grupos tendrá asignada una proporción del ingreso del país, donde el quintil 1 es el de menores ingresos y el 5, el de mayores. Ahora bien, a partir de datos tomados de la Cepal (2020), miramos el porcentaje de población que tiene acceso a internet entre cada uno de esos 5 grupos de población. Para tener una mejor referencia, agregamos una línea punteada que indica la proporción de hogares con acceso a internet en cada país.
Gráfica 1. Penetración a internet por quintiles, países seleccionados (2018)
De este modo, tenemos que en Chile, el porcentaje de hogares con acceso a internet en todo el país es de 87.5%, una de las cifras más elevadas en toda la región, entre el 40% de población con menos ingresos (los quintiles 1 y 2) el porcentaje es menor a 75%. Las diferencias entre el grupo con mayor ingreso (5) y el de menor (1) también son importantes. En este ejemplo, el 20% más rico de la población de Perú cuenta con 15.75 veces más hogares con acceso a internet respecto al 20% con menores ingresos.
Más asequibilidad es mayor conectividad
En buena medida, el fenómeno de la desigualdad en la adopción de tecnología en la región está explicado por la asequibilidad del servicio de internet. El Centro LATAM Digital, durante 2018, realizó un levantamiento de precios de distintos planes de banda ancha fija y móvil para 20 países, con el objetivo de conocer de qué tamaño es la dimensión de la brecha de asequibilidad en la región (1). El objetivo fue comparar, para cada uno de los países, el precio del plan más barato para cada uno de los tipos de conexión, en comparación con alguna medida estándar sobre asequibilidad del servicio. De acuerdo con la organización Alianza Para Un Internet Asequible (A4AI, por sus siglas en inglés), una buena manera de saber si el internet es asequible es que el costo para los usuarios de los planes móviles no represente más del 2% del ingreso mensual. En la Gráfica 2 hicimos este ejercicio, tanto para conectividad móvil (BAF) como para banda ancha (BAM). Como podemos observar, excepto Colombia y Ecuador, la mayoría de los países cuentan con planes asequibles para BAM, pero esto apenas sucede para la BAF, donde apenas tres países, Uruguay, Brasil y Chile cuentan con planes por debajo del umbral de asequibilidad. Cabe agregar que no es casualidad que sean estos países quienes lideran los niveles de conectividad al interior de América Latina.
Gráfica 2. Asequibilidad de la banca ancha fija y móvil (2017)
Retos de política pública de conectividad para la región
Los datos anteriores nos dejan ver que en América Latina la necesidad de mayor conectividad y desarrollo y adopción de servicios tecnológicos debe acompañarse de consignas por una mejor distribución del acceso. La pandemia por COVID-19 dejó ver que las consecuencias de la menor conectividad entre hogares de menos ingresos se traduce en limitaciones para el acceso a derechos como la educación, la salud y la justicia, así como una barrera de exclusión del mercado laboral que demanda actividades remotas.
¿Cómo hemos llegado a este punto? Desde hace treinta años, incluso cuando estaba lejos de llegar el internet de banda ancha, los distintos gobiernos de la región han implementado diversos instrumentos de política pública con el fin de universalizar el acceso a las telecomunicaciones. No obstante, podemos afirmar que en el agregado han sido insuficientes. Las políticas de conectividad social en Nuestramérica se han caracterizado por malos diseños, recursos asignados insuficientes y escasos mecanismos de transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana, así como un bajo nivel de coordinación institucional, que se ven reflejados en: asignaciones ineficientes de espectro, infraestructuras inconclusas o inhabilitadas, y en el mejor de los casos, aun donde hubiera conectividad, acceso a servicios de baja calidad y dispositivos que limitan el uso potencial de la tecnología.
Notas al pie:
(1) Elaborado por Fernando Callorda y Matías Nigro.
Referencias
Cepal. (2020). Universalizar el acceso a las tecnologías digitales para enfrentar los efectos del COVID-19. Recuperado de: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45938-universalizar-acceso-tecnologias-digitales-enfrentar-efectos-covid-19
Banco Mundial. (2022). Datos de acceso abierto del Banco Mundial. Recuperado de: https://datos.bancomundial.org
Crédito de imagen: Scott Graham