#8M. Entre la ciberviolencia y la revictimización. 3 años de aprendizajes en torno al estudio de la violencia digital

En los últimos años, el Centro LATAM Digital se ha dado a la tarea de generar evidencia sobre los potenciales daños a los derechos de las mujeres y niñas que suceden, también, en las plataformas digitales. En nuestros estudios no solo hemos encontrado resultados, sino también aprendizajes e importantes desafíos para continuar en el estudio de la igualdad en el entorno digital. Una primera y positiva constatación son los avances en la visibilización de diagnósticos y avances en el conocimiento sobre la temática en Latinoamérica. Sin embargo, no todas son buenas noticias: aún existen importantes barreras no solo en el estado del conocimiento, sino también, y sobre todo, en la atención de la problemática por parte de los actores responsables. A propósito de un nuevo #8M, en este artículo realizamos no solo un recuento sobre lo aprendido en los últimos años, sino también un reconocimiento a investigadoras, activistas y defensoras, quienes ocupan un lugar preponderante en la generación de datos y en el acompañamiento de víctimas de la violencia de género digital. 

 


 

Hace 3 años, en un entorno de incertidumbre por pandemia, el International Development Research Center (IDRC) otorgó al Centro LATAM Digital un fondo para generar evidencia en torno a la igualdad de género en el entorno digital. Así, desde el CLD, y en colaboración con la organización IPANDETEC, comenzamos a explorar una problemática hasta el momento poco estudiada en Centroamérica: la violencia digital de género. El estudio, que abarcó 7 países, concluyó que la investigación sobre la violencia de género digital presenta importantes desafíos que luego, aprenderíamos, no son la excepción sino la norma: existe  una falta de datos oficiales sobre el fenómeno, la violencia de género digital no solo afecta a mujeres sino a toda una gama de identidades diversas usualmente desprotegidas, los marcos regulatorios son incipientes o confusos (en donde la personas que sufren violencia de género digital deben utilizar otros tipos penales para poder ser atendidos por la justicia, por ejemplo), existen pocos estudios de pequeño alcance hechos con recursos limitados, y, sobre todo, la existencia de una enorme red de activistas, defensoras de DDHH e investigadores comprometidas con la prevención, la educación y el acompañamiento a las personas que navegan en la red y corren el riesgo de sufrir violencia en línea.

 

Primer aprendizaje: la violencia digital es un fenómeno complejo

La primera conclusión tras el diagnóstico es un terreno digital complejo y desafiante. Las mujeres, niñas, personas de la comunidad LGBTIQ+, personas no binarias, entre otras, sufren violencias de formas y en entornos diversos en la red. Estas violencias se entrelazan con aquellas que existen fuera del entorno digital, como así también las vulnerabilidades. Múltiples tipos de abusos, múltiples vulnerabilidades que se cruzan en la experiencia de navegar en la red, y un entorno institucional poco preparado para dar atención y proporcionar justicia a quienes han sido violentados. El diagnóstico en Centroamérica, entonces, motivó el inicio de una línea de investigación dentro del Centro LATAM Digital dedicada al estudio de los derechos digitales dentro de la red con perspectiva de género, cuyas principales preguntas a responder fueron las siguientes: ¿Qué formas toma la violencia de género en línea en nuestra región? ¿En qué etapa estamos del conocimiento?

 

Segundo aprendizaje: ¿Quién defiende a las defensoras? El peligro de la revictimización

Dar respuesta no solo no fue fácil, sino que en el camino surgieron nuevas temáticas. En marzo de 2022, con motivo del #8M, entrevistamos a 5 activistas y también investigadoras sobre la violencia de género en línea. Esta aproximación añadió un nuevo debate al estado de la cuestión: las mujeres activistas tienen un rol múltiple en el que no solo se constituyen como investigadoras, sino también como acompañantes, defensoras, y también potenciales víctimas de la violencia que desean combatir. El hecho de que estudiar y comprender la violencia de género digital haya sido principalmente una iniciativa de la sociedad civil, y que sean ellas quienes más peligro corren en las redes, es un dato no menor. 

 

Allí, el acoso, la revictimización y la lucha contra la violencia desde los mismos datos cobran un nuevo sentido. Esta discusión fue llevada a cabo durante nuestro panel de violencia de género, organizado en junio de 2022 en el entorno de RightsCon. La pregunta que guió el panel fue: ¿Hasta qué medida debe sostenerse un entorno en donde las mujeres que estudian la violencia digital, y por consiguiente experimentan una fuerte exposición, son agredidas constantemente por su perfil público? Uno de los principales aprendizajes, entonces, fue comprender en qué momento del conocimiento nos encontramos: ¿Necesitamos más datos? ¿Es necesario refinar las herramientas de medición? ¿Quién debe tomar acción en un entorno digital violento?

 

Tercer aprendizaje: la importancia de generar evidencia para la acción

Para poder dar respuesta, desde mediados de 2022 hasta la fecha, junto con investigadoras del proyecto “Navegando Libres por la Red” de TCM Ecuador, se revisaron más de 20 estudios sobre violencia de género digital en Latinoamérica y se entrevistaron más de 15 activistas e investigadoras de la región. El estudio, recientemente publicado, tuvo como principal objetivo comprender cuál es el estado de la cuestión en la medición de la violencia de género digital, qué retos y oportunidades existen, y cuáles son las acciones para la prevención de la violencia digital desde una perspectiva latinoamericana. 

 

Entre los hallazgos más relevantes de este trabajo se señalan la importancia de las mediciones para enriquecer la calidad de la evidencia disponible, la riqueza de términos y metodologías, o la importancia de asignar recursos para la investigación y el desarrollo de políticas no solo desde la sociedad civil, sino desde otras instituciones. Como hemos visto, la mayor parte de los estudios generados en la región han sido impulsados por la sociedad civil, en muchos casos con recursos limitados. Este hallazgo evidencia la falta de información oficial sobre el fenómeno, como así también la dificultad de producir estudios representativos, utilizar herramientas de medición de alto costo, o incorporar amplias variables de estudio más allá de diagnósticos. 

 

Otro de los principales hallazgos en este estudio fue la importancia de las metodologías que permitan capturar experiencias a profundidad. Este uso resulta ampliamente importante para capturar la complejidad de la violencia, como así también generar acciones de prevención y atención de la violencia. Sin embargo, capturar la experiencia interseccional de múltiples identidades continúa resultando uno de los grandes temas pendientes en el estudio de la violencia digital. Finalmente, el conocimiento sobre la violencia de género digital en la región continúa avanzando, pero la deuda continúa situándose en las agendas gubernamentales e institucionales, en donde la prevención, atención y solución de la problemática aún continúan siendo escasas y re victimizantes, en gran parte por la falta de datos desde instituciones estatales. 

 

Conclusión: hacia dónde vamos en el estudio de la violencia digital

La conclusión de los tres últimos años de trabajo en torno a la violencia digital nos muestran un entorno complejo, pero marcado por oportunidades de impacto: La búsqueda de un lenguaje común para nombrar la violencia digital, pero lo suficientemente diverso para contemplar todos los contextos y tipos de ataques; la generación de estrategias de medición y de acompañamiento lo suficientemente fructíferas para comprender el fenómeno pero que eviten la revictimización de mujeres; la existencia de un marco normativo y de políticas lo suficientemente presente pero que incluya a todas las identidades, entre otros, son las grandes tareas que marcan el camino para lograr un mundo digital saludable y equitativo. 

 

En el medio del camino, se encuentran las mujeres activistas, defensoras e investigadoras, quiénes día a día dedican recursos (como su tiempo y salud mental) para avanzar hacia la igualdad de género dentro y fuera de las plataformas digitales. Sin embargo, en este complejo mapa de ruta, es menester que otros actores como gobiernos, plataformas o reguladores tomen un rol activo y garanticen la protección de quienes generan evidencia valiosa para la acción pública. Hacia el final del camino, esperemos, la evidencia podrá nutrir a la acción. 

 


 

Crédito de imagen: Cowomen